miércoles, 16 de noviembre de 2011

Tomando Clases se Sexo Con mis Profesores

Era un día de aquellos fríos, así que salí al patio con los pezones claramente notorios a través de la blusa rosa semi transparente que llevaba. No me había colocado brasier, porque sabía que tenía matemáticas a última hora, así que me limité a disimularlo un poco, tapándome con la larga, rizada y entre castaño y pelirrojo cabellera que poseía. La hora anterior era de gimnasia, y con cualquier excusa para no hacer clase (que el profesor posiblemente no oyó, mientras me miraba las piernas), me senté en un banco a repasar mi estrategia. Al terminar la hora, subí a toda prisa a clase. Estaba congelada, porque sólo llevaba la blusa puesta, una mini falda negra y unas botas altas de tacón blancas con unas medias de rejilla negras estaba súper perra. Sé que no es muy decente ir así a clase, pero yo tenía mis motivos. No me importaban las miradas de los demás (unas de odio y otras de deseo). Sólo me importaba la suya... El frío se me pasó de golpe cuando le vi entrar en clase. Llevaba un jersey negro (el que más me gusta) y unos vaqueros. Desde mi sitio en primera fila le seguí con la mirada hasta su lugar, donde dejó los libros con delicadeza. A continuación, nos preguntó por las tareas. Yo las tenía perfectas, claro. No quería tener que perderlo de vista para corregirlos. Aunque eso tenía parte mala. Nunca tenía ninguna duda para cuestionarle, y cuando me inventaba una, me daba vergüenza preguntársela por miedo a quedar como una tonta. Hair era un hombre alto y vigoroso de unos 30 años. Balnco y con los azules verde claro. Lo que más recuerdo de él, es su forma de borrar la pizarra. Detallada, pero rápida y con energía. Hacía temblar la pizarra… Volviendo a la clase... Hair, cogió la tiza y empezó a explicar el ejercicio. No recuerdo lo que dijo, pero me sé de memoria cada movimiento de sus labios... Él sabía que lo estaba mirando, y por eso apoyó la mano izquierda en el borde de la pizarra, para que observara su detestable anillo de matrimonio... Yo me había puesto rímel transparente, y me había perfilado los ojos con una fina línea negra. Esto daba a mis ojos verdes aspecto felino. Estuve toda la clase mirándole, expectante, esperando sus sonrisas, sus miradas. Al final de la clase, me quedé recogiendo mientras el borraba la pizarra con cierto nerviosismo. Hacía un par de semanas que me retrasaba adrede para quedarme con él casi a solas, y sabía que él había notado que me atraía. Ahora pretendía evadir mis ojos, pero cada vez que sonreía, me derretía… Por fin, se acercó a su mesa a recoger los libros. En tanto, yo me acercaba a él con el ejercicio que imaginariamente no entendía. Me había desabrochado un botón más, dejando a la vista un generoso escote, en el momento en que salió del aula el último de los estudiantes. Cuando me miró, le tendí la hoja, rozándole la mano. Me quedé frente a él mientras leía el problema, y cuando levantó la vista para explicarme el ejercicio, que me sabía de memoria, su mirada se desvió ligeramente hacia abajo antes de encontrase con mis ojos. Le había cambiado un poco la expresión. Parecía ausente. Le pregunté qué le pasaba, pero de pronto, alzó un dedo y me lo puso sobre los labios. Dejó la hoja sobre sus libros, y los puso en el suelo. Se giró hacia mí con cara agradable, cogió las llaves, y andando sin prisa, fue hasta la puerta y la cerró. Sobraban las palabras. Cuando llegó otra vez a su mesa, me cogió por la cintura y nos besamos. Le acaricié el pecho con las yemas de los dedos, los deslicé hasta el borde inferior de su jersey y metí las manos debajo. Él, mientras, hacía lo propio con mi falda… Me hizo subir a su mesa, y agachándose, me quitó las medias. Pasó una de mis piernas por encima de su hombro, y empezó a lamerme la cara interna del muslo, muy despacio, mientras yo me estremecía de placer. Fue subiendo hasta llegar a mis labios mayores, que separó con destreza, y se dirigió hacia mi clítoris. Yo le acariciaba el pelo entre gemidos, y entonces lo detuve. Quería devolverle el placer que me estaba dando. Le quité el jersey, y mientras intercambiábamos las posiciones, me desabrochó la blusa y me la quitó. Entonces, le cogí las manos y se las puse sobre mi pecho, acercándome a él todo lo que podía para notar su deseo bajo los pantalones… Me agaché, acariciándole, hasta que mi boca quedó a la altura adecuada… Le bajé los pantalones y descubrí una verga perfecta, de unos veinte centímetros, que me metí lentamente en la boca. Se la lamí desde la base, y metiéndomela entre los labios, jugueteé con la lengua y le pajeé hasta que se corrió en mi boca… Entonces, hice aquello que deseaba desde hacía tanto tiempo… Me tendí sobre su mesa, y él acariciándome las piernas, me la metió con fuerza. Sus embestidas movían la mesa con violencia, y yo, gemía de placer con cada sacudida. De repente, oímos ruido de llaves en la puerta, y entró Ángela, mi profesora de inglés, además de la jefa de estudios. Al principio se me quedó mirando con cara de sorprendida, pero poco después, se rehízo, y con media sonrisa en los labios, empezó a hablar con Hair. Él había parado de cogerme, pero todavía no me había sacado su polla. - Vaya… No sabía que hacías esto con las alumnas… ¿Haces lo mismo con las profesoras putas escorts en Madrid…? Lo mismo te digo, Sol…- cerró la puerta con llave tras de sí. Nosotros la miramos con cara de circunstancias, pero ella ya avanzaba hacia nosotros, desabrochándose la blusa - La verdad es que hoy no tengo prisa… Ángela era una mujer atractiva de unos 40 años. Tenía el cabello lacio oscuro y largo hasta la espalda. Estaba delgada, pero mostraba una gran seguridad en sí misma, a la par que una actitud dominante, pero tenía la sospecha de que eso se reducía sólo a su vida pública… Cuando llegó a donde estábamos nosotros, mi sorpresa fue mayúscula cuando, en vez de dirigirse a Hair, se acercó a mí y me besó. - Siempre me has atraído…- me susurró al oído. Hair reaccionó, entonces, y sacándome la polla del coño, dejó que Ángela se acercara a mí. Ella, se quitó los jeans, y tal como había hecho Hair, se agachó y, despacio, condujo su lengua hacia mi clítoris, jugando con él, besándolo e incluso, mordiéndolo con delicadeza… La muy guarra sabía lo que hacía… Tuve un orgasmo tan fuerte que todo mi cuerpo vibró violentamente. En tanto, aunque yo no me había dado cuenta, Hair le había quitado la poca ropa que le quedaba, y la estaba penetrando. Cuando Ángela paró, bajé de la mesa, y con una sonrisa, miré a Hair a los ojos, dándole a entender que parara. Ángela no se lo esperaba. La hice subir a la mesa, y dejando mi coño abierto para Hair, la besé, y bajando por su cuello, su pecho… Recreándome en cada rincón, alcancé coño, magistralmente depilado. Escena siguiente, introduje un dedo en su vagina, y ayudándome de él, separé los labios, y acerqué mi boca a su clítoris. Poco después, su excitación culminó en un orgasmo tan fuerte como el mío. Mientras, yo disfrutaba de César, que me cogía rabiosamente, hasta que se corrió, y noté como su esperma caliente goteaba por mis piernas cuando me incorporé… Pero Ángela quería más. Me limpió el semen con la lengua mientras César se la tiraba, y cuando acabó, estiró a Hair en el suelo e hizo que él se lo comiera, dejando que yo le montara. A día siguiente, la clase de inglés y la de matemáticas fueron las mejores de mi vida. Y después de la clase… Bueno, eso ya es otro relato…



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